domingo, 31 de enero de 2010
Se que han pasado dos años y que no te encuentras solo que el amor que tienes hoy te da mucho mas que yo. Pero sabes como yo que ella no te habla de amor. Y vas a llorar, te arrepentiras cuando en la cama no sea igual me va extrañar. Solo sentiras vacio con ella querras sentir lo que sentias ayer cuando era mia tu piel, cuando era mia tu piel. Se que han pasado d o s a ñ o s y que no te encuentras solo que el amor que tienes hoy te da mucho mas que yo pero sabes como yo que ella no te habla de amor Y vas a llorar, te arrepentiras cuando en la cama no sea igual me va extrañar. Solo sentiras vacio con ella querras sentir lo que sentias ayer cuando era mia tu piel, cuando era mia tu piel. Y vas a llorar, te arrepentiras cuando en la cama no sea igual, me va extrañar. Solo sentiras vacio con ella querras sentir lo que sentias ayer, cuando era mia tu piel, cuando era mia tu piel.
Se que no me olvidas, aunque pase mucho tiempo
Por que fuimos una historia, llena de a mor y deceos
Aunque hoy estas con ella y le niegues conocerme
Alli dentro de tu corazón para siempre yo estaré.
Y veras, veras, veras
Y cuando escuches mi nombre apareceré en tu mente
Y de pasar por los lugares que un día caminamos
Solo de mí te acordaras.
Y jamas, jamas, jamas
Encontraras la persona con que puedas i g u a l a r
Nuestro amor, nuestro amor, nuestro amor.
Nadie como yo podrá quererte
Nadie como yo podrá entregarte, en cada beso el corazón
Nadie como yo sera en tu cama
La que pueda complacer tus ganas
Nadie como YO te hará el amor )
Por que fuimos una historia, llena de a mor y deceos
Aunque hoy estas con ella y le niegues conocerme
Alli dentro de tu corazón para siempre yo estaré.
Y veras, veras, veras
Y cuando escuches mi nombre apareceré en tu mente
Y de pasar por los lugares que un día caminamos
Solo de mí te acordaras.
Y jamas, jamas, jamas
Encontraras la persona con que puedas i g u a l a r
Nuestro amor, nuestro amor, nuestro amor.
Nadie como yo podrá quererte
Nadie como yo podrá entregarte, en cada beso el corazón
Nadie como yo sera en tu cama
La que pueda complacer tus ganas
Nadie como YO te hará el amor )
Desepcionante es saber que no me necesitas, que no me queres, que no me extrañas. Desepcionante es saber que vos podes seguir tu vida como si nada y yo, sin tu amor me estanco en un barril sin fondo en el cual caigo, no dejo de caer. Desepcionante es creer que eso puede cambiar con el tiempo, que con un poco de esfuerzo muchas cosas pueden cambiar en nuestras vidas pero, es esúpido confiar en que cosas desconocidas como el amor puede modificarse con solo "querer" que suceda. Ojala te hubieses enamorado de mí como yo de vos. Ojala pudieras ver que en verdad no me duele saber que vas a ser feliz por otros medios, sino que lo nuestro se acabo y que...la que va a tener que dejarte ir, soy yo porque vos, hace tiempo me dejaste ir.
sábado, 30 de enero de 2010
Aprendí - pensé - decidí - priorisé - le fallé a a alguien - me equivoqué de camino - caí - me paré - volví a caer - corrí por la vida - me reí - cedí - extrañé - amé -lloré - soñé - anhelé - grité - me enojé - volé - evadí - olvidé - perdoné - actué mal - me arrepentí - me quejé - esperé - me cansé - busqué - me perdí - conocí - me lastimaron - lastimé - escribií - me desahogé -
Acostumbrada, equivocada, no veo el cielo, está nublado. Apareciste sin que te buscara nadie, no esperaba encontrarte ahí... tal vez tu risa no tenía sombras, no tenía caras, fue todo lo que ví. Me prestaste un beso, me prestaste calma, me prestaste todo lo que me faltaba.
Tenés la receta justa para hacerme sonreír y todo el tiempo, sabés lo que me asusta... sabés lo que me gusta estar con vos. Me robaste el cuerpo, me robaste el alma. Ya es tuya la voz con la que antes cantaba.
Me quitás el sueño, me quitás el habla; pero si estoy con vos no necesito nada.
Imagen tras imagen. Era como si mi vida se rebobinara hasta determinada parte, solo para hacerme recordar cada momento vivido con él.
Qué tristeza lúgubre aportaban esas calles selváticas. El asfalto mojado por la lluvia de media tarde, el cielo de un gris claro, y la llovizna que aún golpeaba el vidrio delantero de mi auto.
No había ni un alma en pena en esa ruta. Me dirigía a un acantilado a unos cuantos kilómetros. Era algo así como mi lugar predilecto en días como esos, el viento se amontonaba y hacía que mis cabellos bailaran como si alguien los moviese con su mente, y cerrar los ojos daba la impresión de volar.
No sabía con exactitud qué hacer: si guardar su único recuerdo, o dejarlo en el olvido para incluso olvidar su aroma corporal.
Temía. De atreverme a hacerlo y arrepentirme, y que sea demasiado tarde.
Pero claro, siempre es demasiado tarde, siempre me arrepiento de las cosas que hago.
Estacioné a un par de metros de ese espacio que tanto añoraba. El viento ya comenzaba a mover mis cabellos proporcionándome esa sensación que tanto me gustaba. Pero en esta ocasión no me alegró.
Observé mis manos, quienes resaltaron su blanca tonalidad comparada con el rojizo color de las rocas. Rocé mi rostro, me mimé de la forma en la que él lo hacía; bajé la mano hasta mi hombro pasando por mi cuello y luego me dirigí al reborde del torso, para luego finalizar en el comienzo de mi bolsillo izquierdo. No quería hacerlo, no quería olvidarlo.
Introduje mi mano y sentí un escalofrío subiendo por mi espina dorsal al sentir la suavidad de aquel pañuelo de tela. Lo tomé cuidadosamente y con fuerza para no permitir que se soltara antes de tiempo por arte del viento, y lo desplegué en su totalidad.
Observé sus puntas, sus arrugas y colores oscuros, para luego acercarlo a mi rostro y hundirme en las profundidades de ese pequeño manto.
Podía volver a sentirlo, podía sentir que me acariciaba como lo hacía antes, sentía su aroma sobre mí, oh Dios, cómo amaba su recuerdo.
Luego de minutos, y que aquella situación me llevara a soltar lágrimas, lo alejé de mí con angustia. Estiré mi mano y observé su movimiento por unos segundos, cuando lo solté.
Mi corazón palpitaba fuerte, mis pantorrillas parecían temblar a coro con la continuidad con la que el viento movía mis cabellos.
Titubeé por unos segundos y miré mi mano como si hubiese cometido el peor crimen. Qué había hecho, cómo me había permitido hacer eso, borrarlo de mi vida de esa forma, sin recuerdos, memorias, no, cómo podría yo continuar sin él, cómo yo…
Ese fue el momento en el que me di cuenta que no podía dejar que ocurriera, porque sabía que mi vida dejaría de ser vida sin mi mente en su mundo, ya no tendría nada, no tendría ni la esperanza… ese fue el momento en el que me dejé caer.
Sí, me había arrepentido completamente de haber soltado ese pañuelo.
Qué tristeza lúgubre aportaban esas calles selváticas. El asfalto mojado por la lluvia de media tarde, el cielo de un gris claro, y la llovizna que aún golpeaba el vidrio delantero de mi auto.
No había ni un alma en pena en esa ruta. Me dirigía a un acantilado a unos cuantos kilómetros. Era algo así como mi lugar predilecto en días como esos, el viento se amontonaba y hacía que mis cabellos bailaran como si alguien los moviese con su mente, y cerrar los ojos daba la impresión de volar.
No sabía con exactitud qué hacer: si guardar su único recuerdo, o dejarlo en el olvido para incluso olvidar su aroma corporal.
Temía. De atreverme a hacerlo y arrepentirme, y que sea demasiado tarde.
Pero claro, siempre es demasiado tarde, siempre me arrepiento de las cosas que hago.
Estacioné a un par de metros de ese espacio que tanto añoraba. El viento ya comenzaba a mover mis cabellos proporcionándome esa sensación que tanto me gustaba. Pero en esta ocasión no me alegró.
Observé mis manos, quienes resaltaron su blanca tonalidad comparada con el rojizo color de las rocas. Rocé mi rostro, me mimé de la forma en la que él lo hacía; bajé la mano hasta mi hombro pasando por mi cuello y luego me dirigí al reborde del torso, para luego finalizar en el comienzo de mi bolsillo izquierdo. No quería hacerlo, no quería olvidarlo.
Introduje mi mano y sentí un escalofrío subiendo por mi espina dorsal al sentir la suavidad de aquel pañuelo de tela. Lo tomé cuidadosamente y con fuerza para no permitir que se soltara antes de tiempo por arte del viento, y lo desplegué en su totalidad.
Observé sus puntas, sus arrugas y colores oscuros, para luego acercarlo a mi rostro y hundirme en las profundidades de ese pequeño manto.
Podía volver a sentirlo, podía sentir que me acariciaba como lo hacía antes, sentía su aroma sobre mí, oh Dios, cómo amaba su recuerdo.
Luego de minutos, y que aquella situación me llevara a soltar lágrimas, lo alejé de mí con angustia. Estiré mi mano y observé su movimiento por unos segundos, cuando lo solté.
Mi corazón palpitaba fuerte, mis pantorrillas parecían temblar a coro con la continuidad con la que el viento movía mis cabellos.
Titubeé por unos segundos y miré mi mano como si hubiese cometido el peor crimen. Qué había hecho, cómo me había permitido hacer eso, borrarlo de mi vida de esa forma, sin recuerdos, memorias, no, cómo podría yo continuar sin él, cómo yo…
Ese fue el momento en el que me di cuenta que no podía dejar que ocurriera, porque sabía que mi vida dejaría de ser vida sin mi mente en su mundo, ya no tendría nada, no tendría ni la esperanza… ese fue el momento en el que me dejé caer.
Sí, me había arrepentido completamente de haber soltado ese pañuelo.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)